Porque les produce agrado, placer y diversión, estimula su lenguaje e imaginación y facilita su comprensión lectora y auditiva, leer es uno de los hábitos que más contribuyen en el desarrollo de los niños.
Hacerlo durante los primeros cinco años de vida tiene el potencial de predecir el desarrollo y las habilidades lectoras del niño, además que en ese periodo, en especial antes de su cumpleaños #1, el ser humano absorbe mediante esta práctica el aprendizaje de fonemas o sonidos que predicen sus conductas lingüísticas y habilidades prelectoras, es decir, su capacidad de comprender y codificar lo que le están diciendo.
De acuerdo con algunos estudios, entre los seis meses y el primer año de vida el ser humano adquiere la capacidad de diferenciar los sonidos o fonemas de un idioma, de allí la importancia de leer desde edades tempranas para estimular este desarrollo.

¿Por qué leerles desde que están recién nacidos?

Hay suficientes evidencias investigativas que han demostrado que cuando un padre, un cuidador o un docente le lee a un recién nacido, y lo hace con gusto y dedicación, ejerce una influencia positiva en su desarrollo intelectual y afectivo.

Esto se da porque el libro se asume no solo como una herramienta que transmite un conocimiento sino que además transfiere las bases para construir una inteligencia emocional en ese ser.
Leer, en otras palabras, puede asimilarse a una terapia integral en determinados momentos o circunstancias de la vida. Al hacerlo, se puede crear un espacio propio, privado e íntimo, que permite mantener la individualidad al tiempo que posibilita hacer un ejercicio psicológico
de reflexión e introspección.
La lectura, por otro lado, restablece el ánimo, tonifica las energías e impulsa a salir adelante con nuevos bríos; además, favorece el intercambio de ideas y reflexiones con las demás personas y refuerza los vínculos emocionales.
Otro beneficio es que a través de la fantasía y la imaginación que transmite la lectura fortalece la autoestima y la confianza, libera la mente y permite que ésta recree diferentes circunstancias a través del acto narrativo. Por último, tiene implicaciones positivas en la recuperación de pacientes depresivos cuando son hospitalizados, permitiéndoles afrontar su estado con proactividad y provecho.

Fortalece la autoconfianza

El niño que lee o escucha las lecturas de otros desarrolla la capacidad de liberarse de posibles señalamientos o estigmas que otras personas pueden ejercer sobre él, reforzando su autoconfianza, transmitiéndole seguridad para establecer vínculos afectivos con los demás y estimulando su creatividad.

La lectura tiene el poder de hacer cambiar formas de actuar o de pensar, y de que las personas afronten sus problemas con otra mentalidad, permitiéndoles exteriorizar sus temores y conflictos emocionales con más facilidad.
En este acto se canalizan muchas emociones y sentimientos que pueden ser puestos en común con quienes la persona confíe, y propiciar espacios de diálogo para resolver posibles circunstancias que requieran atención.
En los libros y el relato los niños encuentran la manera de recrearse con la palabra, de crear un espacio en el que mediante imágenes y personajes pueden poner en contexto sus pensamientos y emociones y gestionarlas de la mejor manera.
En síntesis, es la lectura una constructora de las metas del desarrollo de los niños y un vehículo para que puedan cumplirlas con autonomía, creatividad, felicidad, solidaridad y salud.

El poder de la lectura.

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